Robert Ferrer: un joven director de orquesta en la República Checa
Esta semana tenemos el placer de entrevistar a un joven director de orquesta emigrado y afincado en la República Checa. Robert Ferrer, joven valenciano de apenas 30 años, puede presumir de un extenso currículum académico y profesional. Además de ser titulado superior en Dirección de Orquesta y Tuba, diplomado en Magisterio de Educación Musical, tener dos máster, un posgrado, y haber sido becado en Dirección de Orquesta en Madrid, París, Londres y Praga, se encuentra realizando el doctorado en Brno (República Checa) mientras compagina sus estudios de investigación con una extensísima actividad profesional como director de orquesta y de banda, cantante, intérprete, docente, crítico, incluso ha grabado varios CDs y es invitado en ocasiones como jurado en certámenes musicales.
¿Qué te hizo irte fuera de España? ¿Por qué te fuiste a Brno y cómo acabaste allí?
La verdad es que la decisión de abandonar el país fue suficientemente meditada. Siempre digo que la culpa de todo la tiene un compositor checo, Janáček, pues hace ya como 9 años escuché por primera vez en mi casa una grabación de una de sus obras, la Misa Glagolítica, la única composición de este autor que venía en uno de los CD de Deutsche Grammophon incluidos en la primera colección de música clásica que pude adquirir, y me causó tal impresión que decidí de inmediato seguir acercándome no solo a este extraordinario compositor moravo y a sus composiciones, sino también a la cultura checa, su lengua, sus costumbres… Empecé a buscar la mayor información posible y descubrí que la Embajada de la República Checa en Madrid ofrecía la posibilidad de estudiar en el país. En 2009 solicité una beca para un curso de verano sobre estudios eslavos en Praga y, posteriormente, proseguí mi contacto con esta cultura a través de varias estancias breves de formación lingüística e investigación en las principales universidades de Praga y Brno. Después regresé a España 3 años, en los que aproveché para seguir mi formación y mi actividad como director musical tanto con el Ensemble Col legno como con la Unión Musical Santa Cecilia de Chilches (Castellón). Finalmente decidí volver a la República Checa, a Brno –al ser este el principal centro de estudios sobre la figura de Leoš Janáček–, con la ilusión de iniciar cuanto antes el deseado doctorado en la República Checa.
¿Cuánto tiempo llevas en el extranjero? ¿Quieres volver a España?
De momento he decidido fijar mi residencia indefinidamente en la principal ciudad de la región de Moravia, Brno. Aquí vivo y trabajo desde septiembre de 2014. Aunque en la actualidad mi actividad artística e investigadora tiene lugar principalmente en la República Checa, tampoco pierdo el contacto con España a través de publicaciones, congresos u otros proyectos artísticos singulares como director especialmente con el Ensemble Col legno, conjunto del que soy titular desde su fundación en 2006. Por el momento no pienso en volver a Valencia pues, desde Brno –y con la ayuda de las nuevas tecnologías–, puedo seguir desarrollándome como artista e investigador, pero nunca se puede decir definitivamente que no…
¿Qué es lo que más te gusta de Brno?
Lo que más me gusta de Brno es que, salvo en contadas ocasiones, nadie me llama por teléfono… Esto es debido a que poca gente dispone de mi número checo y tampoco tengo gran necesidad de contactar por este medio. Bromas aparte, lo que más me gusta de Brno es la tranquilidad que ofrece la ciudad para el estudio, el ambiente estudiantil que se respira en la universidad, la afectividad de los amigos en las relaciones día a día y la ilusión general por nuevos proyectos de distinta índole que hacen avanzar culturalmente a una ciudad realmente llena de encantos.
¿Conocías el idioma antes de llegar? ¿Te supuso un problema al principio? ¿Qué barreras te encontraste por no conocer bien el idioma?
Antes de llegar a Brno conocía ya el checo, pues me inicié en su estudio en Praga a través de dos estancias breves para participar en los cursos de verano sobre estudios eslavos organizados por la Universidad Carolina. Recuerdo haber pasado momentos de desesperación por no controlar el idioma al principio, sobre todo al intentar aclararme con las gestiones administrativas y académicas necesarias para poder estudiar en Praga, y más de una vez pude salir adelante gracias al dominio del inglés. Pero lo más importante para aprender el idioma a fondo fue el día a día durante la estancia de estudios de postgrado realizada también en la capital checa durante el curso académico 2010-2011, gracias a una beca de la extinta Fundación Caja Madrid, que me permitió profundizar en el repertorio checo en la cátedra de dirección de orquesta y coro de HAMU. En esta academia superior pude recibir mis clases de dirección en checo, a la vez que proseguía los estudios de la lengua en la universidad. No debo olvidar tampoco que durante este curso en Praga conocí a mucha gente local e hice importantes amistades que conservo hasta la actualidad. Realmente fue una experiencia fantástica que nunca olvidaré y que constituyó el punto de partida para la posterior integración en la vida brunense, tanto desde el punto de vista musical como en lo que se refiere a la competencia comunicativa en checo.
¿Crees que la vida cambia al ir a un país como estudiante o a trabajar, como inmigrante? ¿Te has sentido alguna vez discriminado por ser español?
Evidentemente la vida cambia al trasladarte como estudiante o para trabajar a un país en el extranjero. En un primer momento te encuentras solo y sin un círculo de amigos con los que compartir las alegrías y las penas, el contacto con la familia se hace cada vez más distante a causa de un ritmo de vida distinto y porque solo es posible contactar con España de manera regular a través de los medios tecnológicos. Poco a poco, siempre con la condición de que logres eliminar las barreras del idioma, puedes llegar a integrarte más o menos en la sociedad y ser uno más. Afortunadamente –y creo que en ello han tenido un papel fundamental mi personalidad y carácter siempre abierto y afable–, nunca me he sentido solo en la República Checa, ni mucho menos discriminado por ser español. Al contrario, el hecho de proceder de España siempre ha sido un atractivo, una suerte de exotismo en tierras eslavas acrecentado por el hecho de hablar fluidamente checo. Me siento totalmente europeo y pienso que, actualmente, el sentido histórico de la inmigración ha perdido su interés más allá de los datos estadísticos sobre movimientos migratorios, sobre todo al hablar de casos específicos de artistas que buscan nuevos horizontes para desarrollar su creatividad.
¿Cómo ves la situación de la música clásica? ¿Va la gente a los teatros en Brno? ¿Crees que hay que hacer algo para implicar o educar a la sociedad en la música clásica o, quizás, en otras corrientes musicales?
La música clásica, la ópera, el teatro, el arte… en general, la oferta cultural en la ciudad de Brno es suficientemente amplia y variada, sin llegar a solaparse demasiado la programación de los espectáculos más destacados de la temporada. Parece existir cierta coordinación entre los distintos ámbitos del quehacer cultural, tanto los oficiales como los alternativos, y se llegan a cubrir con creces las exigencias de la demanda cultural de un público realmente ecléctico y comprometido. Por ejemplo, siempre que he asistido aquí a la ópera o a un concierto sinfónico la sala estaba completamente llena, pues la gente suele asistir a un espectáculo por la tarde en busca de distracción después de terminar la jornada laboral y, de este modo, la asistencia a eventos culturales se vive como algo habitual, al contrario de como suele ocurrir en gran parte de Europa gracias a precios desorbitados que no permiten el acceso a la cultura a cualquier ciudadano y convierten estas experiencias en algo extraordinario. Es un modelo cultural distinto que se intenta mantener al margen del capitalismo imperante, realmente en beneficio de la sociedad y que cuenta evidentemente con gran apoyo económico por parte de las instituciones. Aunque también tiene gran importancia la educación que reciben los niños en la escuela y sobretodo la transmisión de buenos hábitos culturales de padres a hijos, que les permite comprender su realidad cultural y disfrutar de ella de una manera más sensata y completa, a mi juicio. No obstante, estamos en una época de grandes cambios sociológicos: tengo la impresión de que cada vez tenemos menos consciencia del paso del tiempo y de la importancia de su aprovechamiento, los estímulos instantáneos que nos ofrecen las nuevas tecnologías desvían continuamente nuestra atención hacia otras direcciones quizás sin demasiado sentido… en fin, creo que se puede afirmar que la sociedad actual pasa por un momento de crisis cultural que solo podrá combatirse mediante una reflexión consensuada de los individuos que la conforman.
Muchas gracias Robert por contarnos tu experiencia. Desde Música Maestra te deseamos mucha suerte y esperamos que te sigan lloviendo los éxitos.